En el mundo entero, la nueva serie del creador de “Queer as Folk”, Russell T. Davies, sobre un grupo de jóvenes homosexuales en Londres al principio de la crisis del sida, está causando entusiasmo y lágrimas.
“Uno de los mejores telefilmes gays jamás realizados”, afirma la revista británica “Attitude” sobre la nueva serie de cinco partes “It’s a Sin” del creador de “Queer as Folk”, Russell T. Davies. “Guardian” y “Empire” juzgan por igual: “obra maestra”.
La historia trata de tres chicos que se trasladan a Londres en 1981. Ritchie (Olly Alexander) está contento de poder dejar por fin la crónicamente homófoba Isla de Wight para estudiar en la capital. Solo más tarde confiesa a sus horrorizados padres que ha elegido la actuación en lugar de la abogacía.
Sumergirse en la salvaje vida gay de Londres
Roscoe (Omari Douglas) reacciona con un desafío seguro de sí mismo ante la discriminación de su familia, inmigrantes de Nigeria. En el ambiente machista de una obra de construcción, su padre quiere educarlo para que sea un “hombre de verdad”, “tu hijo lleva el diablo dentro”, le regañan los familiares. A Roscoe no le importa mucho todo eso; con un traje de niña sale de la casa paterna religiosa con la cabeza alta bajo la lluvia nocturna.
El tercero en discordia es Colin (Callum Scott Howells), un chico ingenuo de Gales que inicia con pasión su primer trabajo en un sastre. El guapo galés no reconoce en absoluto las burdas insinuaciones de su sórdido jefe en el lavabo. Por suerte, ya medio desnudo, es rescatado por su colega mayor Henry. Más tarde, el amable salvador le cuenta al asombrado recién llegado que lleva treinta años viviendo con su compañero portugués Pablo.
Los tres chicos, que a partir de ahora viven junto a otros dos compañeros de piso en la comunidad de pisos compartidos “Pink Palace”, descubren rápidamente las numerosas ventajas de la gran ciudad en busca de placer. Los pubs y discotecas gay se encuentran rápidamente. No faltan las oportunidades sexuales, una vez superados los primeros pequeños obstáculos: “¡Deberías lavarte!”, le aconseja el de una noche. “¡Me he duchado esta mañana!”, responde el despistado pueblerino. “¡Me refiero a tu culo!”, termina la sesión nocturna de aprendizaje.
La crisis del sida lo cambia todo
Este tipo de comedia de situación es una de las señas de identidad del gurú de las series queer Russell T. Davies. Al mismo tiempo, no falta una mirada seria en esta ocasión. Henry y su compañero Pablo caen gravemente enfermos, los síntomas desconciertan a los médicos. ¿Cáncer? ¿Neumonía? ¿Una enfermedad transmitida por los loros? “No tienes un loro, ¿verdad?“, le preguntará el ingenuo Colin a su amigo mayor.
La crisis del VIH y el sida está proyectando lentamente sus primeras sombras sobre la vida gay. Y estos se vuelven cada vez más amenazantes durante los siguientes diez años, que la serie cuenta. Los activistas homosexuales y sus folletos son ignorados y ahuyentados por la multitud del partido. Mientras tanto, el gobierno de Thatcher se precipita en lugar de ayudar.
Personajes reales y una banda sonora adecuada
Russel T. Davies, nacido en 1963, ha vivido él mismo esos tiempos salvajes y tristes. Los personajes de su carrusel de figuras son correspondientemente veraces. Los personajes se presentan con unas pocas pinceladas en el primer episodio. Solo poco a poco el quién es quién empieza a llenarse de vida, lo que aumenta la tensión y la curiosidad a partes iguales. Para variar, hay frecuentes cambios de ritmo narrativo.
La pandilla del “Palacio Rosa”, formada por cuatro chicos y una chica, cobra vida gracias a un animado quinteto de jóvenes mimos que disfrutan jugando, y la química entre ellos es palpable. La guinda del pastel es la banda sonora, que incluye “Enola Gay” de OMD, “Gloria” de Laura Branigan y, por supuesto, la canción principal de los Pet Shop Boys.