Un Musical Queer Navideño Da la bienvenida a las fiestas con una de las películas más imaginativas de todos los tiempos: La pesadilla antes de Navidad

El distintivo: Pesadilla antes de Navidad


¿Qué mente loca y alucinada pudo inventar «Pesadilla antes de Navidad»? Pues la de Tim Burton, por supuesto… lo que tiene todo el sentido del mundo. Ya sea un clásico como Sleepy Hollow o un fracaso como El planeta de los simios, el director siempre tiene un estilo visual distintivo y un sentido del humor macabro.

Las imágenes llamativas y el humor negro han inspirado obviamente Pesadilla antes de Navidad, y aunque Burton se merece el reconocimiento por escribir la historia y producir la película, para nosotros el director Henry Selick (Coraline, James y el melocotón gigante) y el director artístico Deane Taylor merecen la mayor parte del crédito.

Musical Queer Navideño de qué va

La película sigue las aventuras del Rey Calabaza Jack Skellington (al que pone voz Chris Sarandon), el icono de Halloweentown que se ha desencantado de sólo celebrar Halloween. Una noche, durante un lamentable paseo, Jack se adentra en el mágico mundo de Christmastown… un pueblo donde la Navidad es diaria, presidida por el mismísimo Santa Claus (Ed Ivory).

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En su versión en Inglés

Encantado y renovado, Jack lleva la Navidad a Halloweentown, ordenando a sus secuaces que reequipen la ciudad para la fiesta. Jack también decide dejar a Santa Claus el año libre, contratando a los malcriados Lock, Shock & Barrel (Paul Reubens, Cathrine O’Hara y Danny Elfman) para que lleven a Santa a Halloweentown. Los tres no reclaman a Papá Noel sino que lo secuestran, dejándolo con el malvado Oogie Boogie (Ken Page) para que lo mantenga ocupado. Jack cree que su triunfo navideño finalmente se hará realidad, aunque una oscura visión de su amiga Sally (O’Hara, de nuevo) sugiere lo contrario.

El director Selick emplea una técnica llamada «animación stop-motion» (a veces llamada Claymation) para dar vida a la película. Esta técnica recuerda a los clásicos especiales navideños de Rankin-Bass (Rudolph, el reno de la nariz roja, El año sin Santa Claus).

En Pesadilla, la técnica alcanza un nuevo nivel de fluidez: aunque son de goma, los personajes parecen totalmente vivos y naturales. También ayuda el hecho de que la película emplea a un grupo espectacular de actores (entre los que se encuentran los actores gays Page y Glenn Shadix, así como el gay fav O’Hara), cada uno de ellos idealmente encajado en sus papeles. Danny Elfman, frecuente colaborador de Burton, compone aquí una de sus partituras más memorables, adoptando el mismo formato de los musicales de Broadway para integrar las canciones en la narración.

Sencillamente, las melodías, aunque específicas, son algunos de los mejores números musicales de los últimos 30 años. Es sorprendente que Elfman no haya sido nominado al Oscar por «Sally’s Song» (una melodía adoptada desde entonces por cantantes pop, como Billie Elish y Amy Lee), «Kidnap the Sandy Claws» o «Oogie Boogie’s Song».

Los amores secretos como bandera en cualquier Musical Queer Navideño o no

Luego, por supuesto, están los personajes no binarios: algunos de los más vibrantes, divertidos y memorables que han adornado la pantalla. La historia de Jack, sin duda, también tocará la fibra sensible de los espectadores LGBTQ. Deprimido pero decidido, intenta ser algo que no es, entrando ingenuamente en un mundo hostil.

Si el Rey Calabaza aprende una cosa en el transcurso de la película, es que necesita ser él mismo: ninguna vestimenta y gestos alternativos pueden suprimir su naturaleza. Por otra parte, la historia de amor secreto de Sally por Jack también resonará entre los miembros del público queer por razones obvias.

Y sí, el reconocimiento final de Jack de los sentimientos de Sally en su dúo de amor nos hace llorar cada vez.

Las películas no pueden ser más imaginativas u originales que ésta. Casi 30 años después, nos sigue cautivando con sus personajes, su música, sus imágenes y su humor. No es de extrañar que los seguidores de la película sean más numerosos que nunca.

Pesadilla antes de Navidad no es solo una buena película: es todo aquello por lo que vamos al cine.